viernes, 26 de junio de 2015

EL PADRE NUESTRO (Parte II)


Investigación de Ernesto R.

Continuaremos en esta sección con el desmenuce de la oración del Padre Nuestro. Ya en el artículo pasado analizamos las frases: “Padre nuestro” y “que estás en el cielo”, ahora analizaremos las siguientes expresiones.

“Santificado sea tu Nombre”

En la Biblia el nombre de algo o de alguien también refleja su naturaleza, es por eso que en esta parte Jesús nos dice que el nombre de Dios es santificado. Pero, ¿qué significa la palabra santificado? Si vemos su origen etimológico nos daremos cuenta que viene del mismo grupo que santo, sano, salud y saludable. Así que la naturaleza de Dios no solamente es digna, sino que también es completa y perfecta. Siendo así debemos estar seguros de que lo venido de Él es igualmente santificado, así como el rosal no puede producir lirios, tampoco puede venir de Dios el mal, sino el bien perfecto. Por eso es que Dios no puede, como la mayoría de la gente piensa, enviar la enfermedad, la adversidad, los accidentes y mucho menos la muerte, por que esto contradice su naturaleza.

“Santificado sea tu Nombre”, significa: Tu naturaleza es buena y solo Tú eres el autor del bien perfecto, muy limpio eres para soportar el mal y la miseria.

Si pensamos que las dificultades de la vida son enviadas por Dios, no importa que tan buena nos parezca la razón, le estaremos dando un gran poder a dichas dificultades y nos será muy difícil deshacernos de ellas.

“Venga a nosotros tu reino”

Como ya mencionamos en el artículo anterior, el hombre esta destinado a expresar a Dios y para hacer esto necesita estar dotado de poder creativo, pues si el ser humano careciera de este poder, únicamente sería un títere sin voluntad manejado por Dios. Pero el Creador nos hizo a cada uno diferente del otro y por lo tanto cada uno de nosotros está dotado de una capacidad distinta, incluso de conciencia y de una manera individual de apreciar el universo, pero aunque todos somos diferentes, al mismo tiempo no podemos estar separados.

Aunque todos los seres humanos tenemos formas distintas de ver la vida, el objetivo final es el mismo. Las palabras “Venga a nosotros tu Reino” significan que es nuestro deber es estar siempre ocupados en establecer el Reino de Dios en la tierra, es decir, manifestar en el plano terrestre cada vez más y más las ideas de Dios. Aquí cobra sentido el dicho: “Dios tiene un plan para cada hombre y tiene uno para ti”. Debemos estar convencidos que Dios tiene planes maravillosos para cada uno de nosotros, como una profesión llena de interés o el servicio que realizamos, esto nos llevará a una vida llena de alegría, y si nuestras vidas son vacías, limitadas o miserables, no tiene Él la culpa sino nosotros, pues no estamos estableciendo Su Reino.

Si tan solo descubriéramos el plan que Él tiene para nosotros y lo lleváramos a cabo, todas las puertas se abrirían y los obstáculos se desvanecerán, disfrutaríamos del éxito y nunca nos faltaría dinero.

Aunque no lo creamos, cada uno de nosotros tiene un lugar establecido en esta vida, si sabemos hallarlo, este nos dará la seguridad y la felicidad completas, pero si no encontramos este lugar, no conoceremos nunca la felicidad ni la seguridad, sin importar todas las posesiones que tengamos, pues en ese lugar es donde verdaderamente podremos manifestar el Reino de Dios y podremos decir con honestidad, “Vénganos tu Reino”.

Desafortunadamente con regularidad ejecutamos nuestro libre albedrío en forma negativa, esta manera de actuar y de pensar nos trae muchas dificultades, pues en lugar de dedicarnos a expresar a Dios, siempre estamos ocupados en nuestros propios asuntos.

Tenemos que darnos cuenta que la causa de todos los males es tratar de obrar sin Dios, no podemos tener felicidad sin hacer su voluntad. Así que, lo que nos urge es poner en armonía toda nuestra naturaleza con la voluntad de Dios. Para esto necesitamos una constante comunicación con Él (oración) y vigilar continuamente que nuestra voluntad sea igual a la Suya.

En el próximo número seguiremos analizando la oración del Padre Nuestro, si desean información más detallada acerca de este tema, lean el libro El Sermón de la Montaña de Emmet Fox, ya que de ahí han sido tomados los puntos importantes de este artículo.

EL PADRE NUESTRO


Investigación de Ernesto R.

Como sabemos, la oración es el elemento más importante para nuestro crecimiento espiritual, si en realidad deseamos tener una vida plena, feliz y libres de egoísmo, debemos practicarla.

Muchos dejamos de lado este principio por el pretexto de no saber orar, que nos sentimos como tontos cuando lo hacemos y que no encontramos las palabras adecuadas. En realidad orar no es cosa complicada, pero sí de gran beneficio y para muestra está la sencilla pero increíblemente completa y maravillosa oración del Padre Nuestro, la cual desde los inicios de A.A. se repetía al terminar la junta.

Seguro estoy que alguna vez la has repetido, ya sea en tu religión, cuando eras niño y tus padres te obligaban a decirla antes de dormir, en algún velorio o en tu mismo Grupo; pero el asunto no es repetirla, sino comprender el poder encerrado en cada una de las palabras que se encuentran en dicha oración, es por eso, que en esta sección desmenuzaremos parte por parte el Padre Nuestro.

Primeramente debemos tener en cuenta que no es una oración cualquiera, ya que no fue escrita por ninguna denominación o autoridad religiosa, sino dicha por el mismísimo Jesucristo al responder a sus apóstoles la pregunta de cómo debían orar y si tomamos en cuenta de que Jesús es Dios encarnado, quién mejor que Él puede saber la manera perfecta para comunicarnos con su Espíritu.

Si repetimos esta oración cuidadosamente y dándole su verdadero sentido, es un hecho que tendremos un real desarrollo del alma, ya que cuanto más la analizamos, más cosas encontramos y responde a la necesidad de cualquier persona según la situación en la que esté. Podemos analizarla profundamente e incluso si la vemos superficialmente tiene grandes enseñanzas y herramientas para nuestro diario vivir.

Revisemos la primera frase: “Padre nuestro…”

Estas dos palabras con las que inicia la oración, aclaran contundentemente quién es Dios y en qué posición estamos nosotros ante Él, Jesús no dice que la relación que existe entre Dios y el hombre es la de padre e hijo. Esto deja completamente de lado la equivocada idea de que el Creador es un tirano o que desea nuestro sufrimiento, pues en la gran mayoría de los casos cuando un ser humano es padre, cuales quiera que fueran sus defectos, siempre hacen todo lo posible por sus hijos, esto queda aún más claro en el versículo que dice: “pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” (Mateo 7:11).

Ahora bien, si el hombre es hijo de Dios, tiene que ser de la misma esencia (de tal padre tal hijo) y esta esencia es Divina. Esto es maravilloso, porque de golpe Jesús elimina cualquier barrera entre Dios y el hombre, así que el Todopoderoso es nuestro padre misericordioso.

Si entendiéramos esto y lo creyéramos, la mayoría de nuestros problemas se resolverían y nuestras enfermedades desaparecerían, porque las raíces de estas situaciones se encuentran en el temor.

Otra verdad que nos revelan estás dos palabras es que Jesús dice: “Padre Nuestro”, no padre mío o padre de algunos. Este es el hecho por el cual debemos entender que todos somos hermanos y para Dios todos somos iguales, aquí se quita la absurda idea de una raza superior, clase social elegida, un favorito de Dios o de una religión verdadera y que mientras un ser humano siga el camino espiritual, no se hace diferente a otros por el grupo al que pertenezca.

Con esto vemos que en verdad todos los seres humanos somos un solo cuerpo, de ahí la importancia de orar unos por otros y de hacer pedimentos por toda la humanidad, esto nos hará sentir integrados a los demás y nos dejará con un profundo sentimiento de utilidad.

La segunda frase que revisaremos en este artículo es: “…que estás en los Cielos…”

Habiendo demostrado que Dios y el hombre son padre e hijo, Jesús explica que es la naturaleza de Dios estar en los Cielos y del hombre en la tierra, porque el Creador es la causa de todo y el hombre es manifestación de Dios. La palabra Cielos significa presencia de Dios y la palabra tierra quiere decir manifestación, por lo tanto, es la misión del hombre manifestar o expresar a Dios, en otras palabras, Dios se expresa así mismo por medio del hombre, entonces es el destino del hombre expresar a Dios y esto lo debemos hacer a través de nuestro cuerpo, nuestro trabajo, en la familia, incluso en nuestros pasatiempos, porque expresar quiere decir hacer salir, sacar a la luz. Ahora podemos entender más claramente porqué nos dicen que pasar el mensaje a otro es más de atracción que de promoción, si deseamos que alguien más viva en forma diferente, esa nueva vida (expresión de Dios) se debe notar en nosotros primeramente.

Con estas dos frases queda clara cuál es la posición y la relación entre Dios y el hombre, así que debemos procurar siempre dejar todos nuestros planes en sus manos, agradecer todo lo que nos ha dado y buscar su ayuda en todo momento, solo de esta forma podremos encontrar la plenitud de vida, de no ser así, seguiremos siendo el dios de nuestro propio universo y esta idea ya sabemos a dónde nos conduce. Sencillamente aceptemos el lugar de Dios como padre y humildemente tomemos nuestro lugar como hijos, al final los más beneficiados de esta decisión seremos nosotros.

En el próximo número seguiremos analizando la oración del Padre Nuestro, si desean información más detallada acerca de este tema, lean el libro El Sermón de la Montaña de Emmet Fox, ya que de ahí han sido tomados los puntos importantes de este artículo.