Hace casi seis años después de un segundo inventario,
salí con la convicción de que ya era una necesidad para mí mantenerme en el
grupo y servir, pero la pregunta era ¿dónde?. Recuerdo que la mayor parte del
tiempo en el grupo me la pasaba callada, aislada y con el inmenso miedo a que
los demás se dieran cuenta de quién era realmente yo.
Desde que viví mi primer inventario me
iba a las experiencias desde la avanzada, así que después de mi Segundo
Inventario y en una avanzada, la madrina que en ese entonces era encargada del
servicio de la Papelería me llamó diciéndome: “Te hemos observado, vienes diario, ¿tienes algún servicio?” a lo
que respondí “no, pero quiero tenerlo”,
entonces muy seria me dijo “mira, este servicio
requiere mucha atención, que seas muy discreta y sobre todo requiere de
amabilidad y cortesía”. Al principio, traté de poner mucha atención pues el
anhelo que en algún momento le pedí a Dios estaba ya vislumbrándose. La
encargada del servicio me explicó que mínimo cinco días a la semana tenía que
ir al grupo, que lo esencial era asistir a todas las Experiencias, tanto de
adultos como de niños. El hábito de ir a
las Experiencias de niños no lo tenía hasta que como bien dicen los alcohólicos
“los irresponsables se volvieron responsables”.
Estar en el servicio de la Papelería
requiere como en todos los servicios una gran disposición; la encargada del
servicio me decía también que la papelería para la Experiencia se hacía con una
semana de anticipación, teníamos que asegurarnos que los inventarios de primera,
segunda, tercera y cuarta, así como el Quinto Paso se metieran en unas cajas
junto con las hojas blancas, los clips, los cercos y las listas que se
necesitarían. Cuidadosamente tenía que hacer también una lista de las cosas
anteriormente mencionadas para pedirle al Tesorero de hacienda que las comprara.
En la hacienda, específicamente en la avanzada se arman las hojas para los
inventarios.
Una de las cosas que me dejó clara la
encargada del servicio, es que de una u otra manera ahí tenías que integrarte, pues
todo el tiempo los padrinos y aún más los servidores se acercarían a mí, ya que
uno de los aspectos que más cuidan es la cuenta exacta de los padrinos, de los
escribientes de primer inventario y de los seguimientos que hay en la hacienda.
El servicio de la Papelería es
fundamental para la coordinación en la hacienda, porque cada mes se hace una
bitácora con los participantes de cada pregunta, se anota el tiempo que dura la
pregunta, la hora exacta en que inició la experiencia, además se debe estar al
pendiente de que cada coordinador tanto el de primer inventario como de los
seguimientos, tenga el inventario correcto.
Durante la Experiencia Espiritual se
hace un croquis en el que se dibujan las mesas y se ubica a la gente que viene
con programa o escribientes a los que se les dará un número bajo por la
problemática que traen, así, a la hora en la que el Coordinador da a los
ahijados ya los tiene ubicados. El servicio de la Papelería es una ardua labor,
por eso en todo momento las herramientas necesarias son la oración y la
discreción.
La primera Experiencia dentro del
servicio para mí fue inolvidable, nunca me había sentido tan útil como en ese
momento, es un milagro el hecho de saber y sentir que todo lo que se hace en la
hacienda es para agradarle a Dios, quien me había devuelto las ganas de vivir.
Recuerdo que para ese entonces mi vida estaba de cabeza, no sabía qué estudiar,
todo el tiempo me la pasaba pidiéndole a Dios un novio, mis comportamientos
eran como los de una niña y casi sin darme cuenta esto fue cambiando debido a
que el servicio hacía que poco a poco fuera madurando.
Sin embargo, llegó un momento en el
que hacía el servicio solo para que no me regañaran pues, ¿a quién le gusta que
alguien más lo mande? Comencé a pensar que esto no era para mí, olvidándome de lo
que en algún momento le había pedido a Dios y egoístamente lo estaba
desperdiciando.
Con el paso del tiempo comprendí esto:
al principio empiezas a servir por necesidad, luego por figurar y como bien
dicen que esto es de resistencia “si aguantas la vara” te darás cuenta de algo
maravilloso, de que con el tiempo sirves por un buen sentimiento, hasta que te llegas
a enamorar de tu servicio. Haciendo énfasis en el punto de servir por figurar,
pensé que a mí nunca me pasaría, pero todo lo hacía para que los servidores me
observaran, lo que en el grupo llamamos “falsa humildad”. La consecuencia de
esta actitud fue abrumadora, pues el objetivo que aparentemente perseguía lo
perdí, a mi cabeza llegaron los pensamientos de vete del grupo, ¿qué haces aquí, qué necesidad tienes de que te estén
regañando?.
Ciertamente las recompensas que
llegaban las estaba dejando ir porque nuevamente me sentía apática, en mi casa
me volví insoportable y berrinchuda nuevamente, me atemorizaba la idea de no
terminar mi carrera, no tenía aún una pareja, como no se llenaba mi lista de
exigencias, la ingratitud se hizo presente.
Tenía que reflexionar que uno de los
aspectos más satisfactorios de este servicio era que me había permitido
relacionarme con la gente dentro del grupo. Es tanto el vacío que se siente
cuando te pierdes dentro del grupo aún teniendo un servicio, que en mi cabeza
sólo estaba el remediarlo para poder llegar a disfrutar de servir, así que en
mi siguiente inventario me comprometí con Dios y le pedí apasionarme y amar mi
servicio, fue algo que a través del tiempo se dio sólo por la gracia de Dios.
Lógicamente necesitaba ser constante y mejorar cada Experiencia Espiritual,
pues caí en la cuenta de algo: detrás de esos escribientes existen familias,
amigos, personas que esperan un cambio.
Valorar este servicio no fue fácil
porque mi egoísmo a cada momento se quería imponer, sentir que por mí salía el
servicio ha sido la mayor estupidez que he podido pensar. Recuerdo que una
noche llegando de una experiencia de niños mi pensamiento era: creo que ya he servido demasiado, e
hincada le preguntaba a Dios cuál era el objetivo de estar en ese servicio,
nunca olvidaré ese momento y la respuesta fue tan clara, recuerdo que una voz
muy fuerte en mi cabeza retumbaba diciendo: Rescatarte
es un milagro que aún no valoras y si dices sentirte agradecida, demuéstramelo,
debes ser paciente y saber que mis tiempos no son los del ser humano. Esto
hizo que me volviera a sentir como la primera vez que tomé este servicio.
A lo largo de cinco años, este
servicio me dio la fortaleza para hacer cosas importantes, pude dejar de pensar
en cosas pasajeras y verdaderamente planear mi vida dentro de un grupo. Cuando
escuchaba “el que no vive para servir, no sirve para vivir” me molestaba, pero
ahora sé que es verdad. No es fácil servir, pero es algo que desde que llegué
mis padrinos me han inculcado.
El amor que
Dios depositó en mí para este servicio es indescriptible, aquí no sólo conocí a
mis amigos, sino que conocí a mis verdaderos amigos y que en cada Experiencia Espiritual a base de regaños me
enseñaron a mejorar el servicio y también a disfrutarlo. Pasaron tres años para
que me convirtiera en la encargada del Servicio de la Papelería. Recuerdo muy
bien algo que me dijeron cuando me ofrecieron el servicio: se hizo toda una semana oración para pedirle a Dios que nos permitiera ver
a la persona adecuada para este servicio y luego en un papel escribimos el
nombre de esa persona, al mirarlo tu nombre estaba escrito. De esa misma
manera se hizo el día que el servicio necesitaba una alterna.
Hoy sólo
puedo decir que verdaderamente Dios escucha los anhelos de tu corazón y sé que
escuchó el mío en el momento que le dije que quería servirle, me resta decirte
que no desistas, que el servir es un privilegio porque muchos lo pueden hacer
pero que sólo pocos tienen la fortuna de realmente disfrutarlo. Las bendiciones
que me ha dado el Servicio de la Papelería son inmensas, entre las cuales te
puedo mencionar que dejé de lastimar a mi familia, terminé una carrera, tengo
amigos y una pareja a la cual puedo respetar y amar.
Natalia O.