Cuántos
de nosotros no hemos tenido problemas económicos, aun habiendo dejado las
drogas y el alcohol las cosas muchas veces siguen complicadas, nos preguntamos
porqué Dios aún no nos bendice si ya servimos para Él, porqué a otras personas
que ni siquiera piensan en Dios les va tan bien económicamente, en verdad nos
llenamos de miedo porque vemos muy lejano el día en que nos podamos comprar una
casa, el carro que nos gusta, ir de vacaciones sin estarnos restringiendo o
simplemente tener una vida con más comodidades.
Por
estas razones, cuando escuchamos la palabra prosperidad indudablemente la
relacionamos con el dinero y las propiedades, sin embargo, esto va mucho más
allá que las cosas materiales.
Cuando
la Biblia nos habla de prosperidad se refiere no solo al aspecto económico,
sino al desarrollo del alma y esto último es lo más importante.
Todas
las mañanas o durante las noches rezamos la oración del Padre Nuestro, esta
magnifica oración, llena de claves para vivir bien, nos dice en una parte: “…..danos
hoy nuestro pan de cada día…..” y precisamente cuando dice pan se refiere a la
prosperidad, a tener diario el alimento que necesitamos, la ropa con la que
vestimos, un techo dónde taparnos; pero también habla de ese pan espiritual, al
conocimiento de Su palabra y a que debemos buscar día con día a Jesús, quien
dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. (Juan 6:35)
Desafortunadamente, la preocupación por pagar la renta, ir al médico, el
mantenimiento del auto, pagar colegiaturas, etc., nos nublan la vista, no nos
dejan ver la grandeza de Dios y le damos más valor a nuestras angustias que a Su
amor. Tristemente, esta manera de pensar equivocada, esta falta de fe, nos
lleva a un estado de intranquilidad constante, que al final nos termina afectando
no solo de manera emocional, sino también físicamente. Estamos malhumorados y
nos desquitamos con quien no tiene la culpa, o le causamos daño a los demás
tirándonos deprimidos en la cama, los pensamientos negativos nos invaden y
creemos que orar y apadrinarnos no servirá de nada, sentimos que antes esto no
dio el resultado que queríamos.
Lo más complicado, es que cuando estamos tan agobiados por el dinero, nos
vienen más problemas económicos; un acreedor antiguo quiere su paga de
inmediato, los gastos fijos mensuales se acercan o se incrementan, nos salen
gastos inesperados, entre otras cosas; es ahí cuando la única oración que se
nos ocurre es el reclamo, que va desde un: ¡no te entiendo Señor!; hasta un
acalorado: ¿por qué no me ayudas, acaso no te importo?
El
Cuarto Paso nos dice que, cuando nos encontremos en ese estado, lo primero que
debemos hacer es calmar el disturbio sea cual sea, pues los instintos
alborotados obstaculizan la investigación y también nos quitan la capacidad de
pensar adecuadamente. Llenándonos de una ansiedad insoportable, porque no
sabemos cuál es la solución.
Buscamos
desesperadamente un aumento de sueldo, cambiar de trabajo, crear un nuevo
negocio, pero siempre impulsados por el miedo, no por la fe, y esto no es
buscar prosperidad, sino intentar salir de las arenas movedizas, tomando muy
poco en cuenta que Dios desea en verdad que prosperemos. No nos damos cuenta
que la fuente de toda riqueza no es un aumento de sueldo, un nuevo trabajo o un
negocio, sino que es Dios mismo, de Él proviene todo lo bueno.
Lo
que nosotros queremos cuando tenemos problemas económicos son respuestas, le preguntamos
a Dios: “¿Dime Señor qué debo hacer para que me bendigas económicamente?”
Si
observamos el tema de la prosperidad en la Biblia, encontraremos condiciones bien
definidas en las que seremos prósperos, ahí se menciona que si una persona
anhelaba ser prosperada debía guardar los estatutos de Dios. Cuando leí esto me
surgió otra pregunta, entonces porqué hay personas malvadas que tienen mucho
dinero, la respuesta llegó de inmediato, tener mucho dinero no significa tener
prosperidad, entonces me di cuenta que en realidad lo que yo deseaba era tener
mucho dinero.
¿Qué diferencia hay entre tener
mucho dinero y prosperar?
Como
ya lo dijimos antes, la prosperidad que Dios desea para nosotros es en todos
los aspectos: sabiduría, madurez, serenidad, amor y por supuesto, que tengamos las
cosas que necesitamos para vivir en este mundo material. Una persona sabia sabrá
cómo administrar su dinero, cómo reinvertirlo y generar más; una persona madura
dejará de hacerle berrinches a Dios o de quejarse con los demás de su situación
económica y se pondrá a orar para después entrar en acción y solucionar el
problema; una persona serena no será impulsada por el miedo, no le transmitirá
ese temor a su familia, su oración será más clara y podrá escuchar una
respuesta; el amor hará que utilicé el dinero para dar felicidad a los demás,
sabrá compartir y dará su séptima o diezmo con el único interés de que la
misión de Dios siga adelante. Todo esto a su vez le dará más paz, por añadidura
dejará de preocuparse tanto por el dinero y tal parece que cuando esto menos
nos preocupa, más rápido nos llega.
Tener
mucho dinero únicamente nos hará disfrutar en algunos momentos de las cosas
materiales, pero, sin sabiduría, seguramente lo despilfarraremos en cosas
banales, esto se empeora porque no tendremos madurez y nos podríamos comportar
como esos adolescentes estrellas de pop, abusando del sexo, las drogas o el
alcohol; esta forma de vida por supuesto que nos quita la serenidad y es ahí
cuando vemos a personas que teniendo mucho dinero no son felices. Por último,
al carecer de amor solamente pensaremos en nosotros y por conservar o tener más
dinero no nos importará lastimar a quien sea, incluyendo a nuestra familia. Podemos
pensar que esto es imposible que nos ocurra después de vivir una Experiencia
Espiritual, ¿pero es así? Observemos nuestra vida o la de muchos compañeros,
algunos llegaron con dinero y lo perdieron todo; otros, no tenían y al tenerlo
se fueron del Grupo; algunos más permanecen entre nosotros a medias, porque el
dinero se ha vuelto lo más importante en su vida.
Esto
no quiere decir que una persona que tiene o llega a tener dinero necesariamente
se vuelve mala, de hecho el dinero lo único que hace es maximizar lo que ya
éramos antes de tenerlo, así que, lo mejor es buscar la prosperidad y no
únicamente dinero.
Otra de nuestras dudas, es saber si en verdad Dios quiere que tengamos
prosperidad y si es así, qué es lo que desea que hagamos para adquirirla, veamos
lo que la Biblia nos dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como próspera tu alma”. (3ra Juan 1:2)
Aquí
podemos ver que en realidad Dios desea que nos vaya bien en todas las cosas,
incluyendo la salud, pero nos pone una pequeña condición, prosperaremos en la
misma forma en que nuestra alma lo haga. Es por eso que el Séptimo Paso de AA
se empeña tanto en el engrandecimiento del carácter y el crecimiento
espiritual, pues esto nos llevará a la humildad y esta a su vez, a la paz, como
consecuencia de ello habremos encontrado el reino de Dios, el cual incluye la
prosperidad.
“Entonces
serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos” (1ª
Crónicas 22:13)
Obviamente,
esto es hacer la voluntad de Dios y el Séptimo Paso también nos dice que el
ingrediente principal para la humildad es el deseo de hacer la voluntad de Dios;
perfectos no seremos, pero sí debemos hacer un esfuerzo sincero para crecer a
imagen y semejanza de nuestro Creador, al final los estatutos y decretos que
debemos tomar en cuenta son únicamente dos: amar a Dios sobre todas las cosas (aun
por encima del dinero) y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Esto,
aunque es sencillo de entender, es difícil de practicar, por eso debemos acudir
a la oración y al apadrinamiento, de otra forma será imposible lograrlo y la
prosperidad nos seguirá evadiendo.
Otro
estatuto que no a muchos nos gusta es el diezmo, pero si en verdad deseamos
prosperar debemos darlo en nuestros grupos, ya que ahí es donde nos puso Dios
para realizar su obra. Además, al practicar el diezmo recibimos paz, porque
estamos cumpliendo con Él, pero no solo eso, al cumplir con esto aseguramos que
se nos dé mucho más: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya
alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dijo el Señor de los ejércitos, y veréis si yo no os abriré las
ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que no de abasto”. (Malaquías 3:10)
“Buscad
primeramente el Reino de Dios y su justicia, y las demás cosas vendrán por
añadidura” (Mateo 6:33)
Esta es otra promesa de prosperidad y se refiere a que si hacemos las
cosas que hemos mencionado en este texto podremos estar en el reino de Dios;
muchos creemos que llegaremos a este reino hasta que muramos, pero no es así,
estar ahí también es permanecer en su presencia, tener fe, paz y el goce de ser
útil.
Es por eso que, si tenemos en estos momento problemas de dinero y nos
invade la duda, meditemos en que Dios desea que seamos prósperos, revisemos
nuestros errores en este sentido, oremos con tranquilidad y preguntémosle a Él
qué debemos hacer; después de esto vayamos con nuestro padrino y pongámonos
manos a la obra, seguro es que saldremos del problema, el mismo Doceavo Paso
nos lo dice:
“Aunque la capacidad económica de la mayoría de los miembros de AA es
relativamente elevada, hay algunos que tienen dificultades de esa naturaleza, y
otros que tropiezan con serios trastornos de la misma índole. Generalmente,
hemos visto que estas situaciones son afrontadas con fortaleza y con fe.
Como la mayoría de la gente, nos hemos dado cuenta que podemos resolver
las dificultades conforme se presenten. Pero también como los demás,
frecuentemente encontramos desafíos mayores, en problemas de la vida que son
constantes. Nuestra respuesta es practicar un desarrollo espiritual más
intenso. Solamente así podremos tener mayores oportunidades de llevar una vida
verdaderamente útil y feliz”.
Ernesto R.
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