Bien
dicen los padrinos de tiempo: ¡no hay alcohólico tonto! Y al parecer no solo
los alcohólicos, sino también los que son miembros de un Grupo de 4° y 5°, a
nadie nos agrada pensar que somos tontos, aunque sabemos que tenemos ciertas
incapacidades, siempre buscamos la manera de sentirnos superiores a los demás,
buscamos los talentos que tenemos para destacarnos, aunque algunos hechos de
nuestra vida demuestren lo contrario.
Una
de las crueles verdades que encontramos en los grupos, es que la gran mayoría
de nosotros alguna vez hemos pensado así, sin embargo, el que siempre tratemos
de guardar ese aspecto de buena gente o de inteligentes, nos ha llevado a
cometer graves errores y uno de ellos es el de intentar engañar a nuestro padrino
para que no piense mal de nosotros o simplemente, porque no queremos vernos
débiles frente a los demás.
Este
grave error ha llevado a mucha gente a pagar caro las consecuencias, ya que al
no decir la verdad en los apadrinamientos muchos han vuelto a beber o a
drogarse, y si bien esa es una grave consecuencia, cabe destacar que esa manera
sutil en la que el orgullo se manifiesta para cegar al individuo a enfrentarse
a la verdad, también lo lleva a vivir en una cruel fantasía en la que él es la
persona que desea ser aunque no lo halla logrado, además, lo peor es que cuando
una persona se maneja a través de la mentira cree que engaña al padrino, se
siente muy listo.
Es
verdad que muchos hemos recurrido a esta mala forma de apadrinamiento porque en
ocasiones nos sentimos intimidados por el padrino, lejos de verlo como una
persona de confianza lo vemos como si fuera nuestro maestro malvado o nuestro padrastro,
no vemos en él una figura de confianza, sino que nuestra torcida forma de
pensar nos hace creer que el padrino hace todas las sugerencias, que es casi un
ser perfecto, por eso es que tiene la autoridad moral de regañarnos, si bien es
cierto que esa situación puede ser un factor para que el ahijado evite decir la
verdad u omitir algunos episodios importantes de su vida, bajo ninguna
circunstancia se puede justificar el hecho de no buscar la ayuda y negarnos a
recibirla, es decir, ser deshonesto en los apadrinamientos.
Podemos
decir que al principio esta actitud pueda ser justificable, pero al paso de
unos años con mayor conciencia y entendimiento de que en un apadrinamiento es
exactamente como lo dice el 5° Paso, una admisión de nuestras faltas ante Dios,
ante nosotros mismos y ante otro ser humano, entonces estamos en graves
problemas, porque no solo tratamos de engañar al padrino, sino que buscamos o
pensamos que podemos burlarnos de Dios, sin embargo, una de las grandes
contradicciones que hacemos, es cuando decimos que Dios nos conoce a la
perfección, pero tratamos de decirle otra versión de nosotros mismos.
Peor
aún, es cuando exigimos a nuestros ahijados que sean honestos, mientras que
nosotros como padrinos tenemos un miedo terrible a encarar la verdad de
nuestras vidas, pero, como decíamos unas líneas atrás, que fuerte es saber que
en el apadrinamiento se manifiesta Dios y nosotros no tenemos ni la menor
conciencia de que estamos siendo totalmente falsos con Él. En este caso, el
padrino paso a segundo término, porque bien sabemos que, al igual que nosotros,
es un ser humano defectuoso y no tiene la calidad moral de juzgarnos, así que,
sin importar la situación y/o el padrino, nosotros debemos ser completamente
honestos, pues el 5° Paso va más allá.
Aun
sin ser totalmente honestos, hemos podido encontrar grandes cosas en nuestra
vida, imaginemos las recompensas que tendríamos si lo fueras por completo. Recordemos
las cosas de las que nos hemos apadrinado con entera verdad; primeramente,
hemos encontrado una respuesta certera a ese problema, si nos hemos dejado
guiar, el resultado siempre ha sido en beneficio de nuestra vida, las cosas han
cambiado de una manera radical. Esta experiencia de encontrar satisfacción en
los resultados, debemos capitalizarla y ser más maduros, para entonces
quitarnos esa idea de que somos más inteligentes que el padrino y que podemos
engañarlo.
Sabemos
bien y en el interno lo hemos podido sentir, que no encontramos la paz y
tranquilidad deseada cuando en nuestra cabeza retumba el hecho de que no
estamos siendo honestos, que por no sentirnos avergonzados, preferimos buscar
una versión más agradable a nuestra vida. Sin embargo, como decíamos, las
consecuencias no solo son volver a beber o a drogarnos, sino que la fantasía en
la que viviremos nos llevará a crear nuevos mundos en los que seguimos siendo
la buena persona que verdaderamente deseamos ser, pero por temor a vernos
descubiertos evitamos enfrentar la realidad.
Peor
es para nosotros, saber que el padrino se da cuenta que no decimos la verdad, pero
seguimos actuando como si lo estuviéramos haciendo creer nuestra historia, quizás
muchos digan: ¡yo siempre he dicho la verdad en los apadrinamientos!, pero
también el hecho de no apadrinarse en el momento que ocurren las cosas y dejarlas
pasar como si no hubiera ocurrido nada, es una forma de no enfrentarnos a
nosotros mismos, es una forma de creer que somos buenos y que no estamos actuando
tan equivocados, tratamos de salvaguardar nuestra imagen, cuando en verdad lo
único que estamos haciendo es prolongar el enfrentamiento con nosotros mismos.
Al final de cuentas, hacemos o procedemos casi igual que la persona de la que
hemos hablado en este texto, nos decimos: ¡no pasa nada, solo corrígelo y ya!,
pero evitamos el encuentro vergonzoso de vernos frente a frente con el padrino
y escuchar la verdad en boca ajena.
Muchos
diremos, que triste es ver a los nuevos y a los viejos con esta actitud
infantil, sin embargo, creemos que es momento de reflexionar y de actuar
inteligentemente, dejar de ver a los demás como los que están equivocados y ver
si nosotros no somos los que actuamos así, si encontramos que lo hemos hecho,
entonces busquemos mejor darle solución, para que por medio de la fuerza de la
palabra, podamos guiar a los demás.
Por: Pablo D.