Investigación de
Ernesto R.
Como sabemos, la oración es el elemento más importante para nuestro
crecimiento espiritual, si en realidad deseamos tener una vida plena, feliz y
libres de egoísmo, debemos practicarla.
Muchos dejamos de lado este principio por el pretexto de no saber orar,
que nos sentimos como tontos cuando lo hacemos y que no encontramos las
palabras adecuadas. En realidad orar no es cosa complicada, pero sí de gran
beneficio y para muestra está la sencilla pero increíblemente completa y
maravillosa oración del Padre Nuestro, la cual desde los inicios de A.A. se
repetía al terminar la junta.
Seguro estoy que alguna vez la has repetido, ya sea en tu religión,
cuando eras niño y tus padres te obligaban a decirla antes de dormir, en algún
velorio o en tu mismo Grupo; pero el asunto no es repetirla, sino comprender el
poder encerrado en cada una de las palabras que se encuentran en dicha oración,
es por eso, que en esta sección desmenuzaremos parte por parte el Padre Nuestro.
Primeramente debemos tener en cuenta que no es una oración cualquiera,
ya que no fue escrita por ninguna denominación o autoridad religiosa, sino
dicha por el mismísimo Jesucristo al responder a sus apóstoles la pregunta de
cómo debían orar y si tomamos en cuenta de que Jesús es Dios encarnado, quién
mejor que Él puede saber la manera perfecta para comunicarnos con su Espíritu.
Si repetimos esta oración cuidadosamente y dándole su verdadero sentido,
es un hecho que tendremos un real desarrollo del alma, ya que cuanto más la
analizamos, más cosas encontramos y responde a la necesidad de cualquier
persona según la situación en la que esté. Podemos analizarla profundamente e
incluso si la vemos superficialmente tiene grandes enseñanzas y herramientas
para nuestro diario vivir.
Revisemos la primera frase: “Padre nuestro…”
Estas dos palabras con las que inicia la oración, aclaran
contundentemente quién es Dios y en qué posición estamos nosotros ante Él,
Jesús no dice que la relación que existe entre Dios y el hombre es la de padre
e hijo. Esto deja completamente de lado la equivocada idea de que el Creador es
un tirano o que desea nuestro sufrimiento, pues en la gran mayoría de los casos
cuando un ser humano es padre, cuales quiera que fueran sus defectos, siempre
hacen todo lo posible por sus hijos, esto queda aún más claro en el versículo
que dice: “pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará
cosas buenas a los que le piden?” (Mateo 7:11).
Ahora bien, si el hombre es hijo de Dios, tiene que ser de la misma
esencia (de tal padre tal hijo) y esta esencia es Divina. Esto es maravilloso,
porque de golpe Jesús elimina cualquier barrera entre Dios y el hombre, así que
el Todopoderoso es nuestro padre misericordioso.
Si entendiéramos esto y lo creyéramos, la mayoría de nuestros problemas
se resolverían y nuestras enfermedades desaparecerían, porque las raíces de
estas situaciones se encuentran en el temor.
Otra verdad que nos revelan estás dos palabras es que Jesús dice: “Padre
Nuestro”, no padre mío o padre de algunos. Este es el hecho por el cual debemos
entender que todos somos hermanos y para Dios todos somos iguales, aquí se
quita la absurda idea de una raza superior, clase social elegida, un favorito
de Dios o de una religión verdadera y que mientras un ser humano siga el camino
espiritual, no se hace diferente a otros por el grupo al que pertenezca.
Con esto vemos que en verdad todos los seres humanos somos un solo
cuerpo, de ahí la importancia de orar unos por otros y de hacer pedimentos por
toda la humanidad, esto nos hará sentir integrados a los demás y nos dejará con
un profundo sentimiento de utilidad.
La segunda frase que revisaremos en este artículo
es: “…que estás en los Cielos…”
Habiendo demostrado que Dios y el hombre son
padre e hijo, Jesús explica que es la naturaleza de Dios estar en los Cielos y
del hombre en la tierra, porque el Creador es la causa de todo y el hombre es
manifestación de Dios. La palabra Cielos significa presencia de Dios y la
palabra tierra quiere decir manifestación, por lo tanto, es la misión del
hombre manifestar o expresar a Dios, en otras palabras, Dios se expresa así
mismo por medio del hombre, entonces es el destino del hombre expresar a Dios y
esto lo debemos hacer a través de nuestro cuerpo, nuestro trabajo, en la
familia, incluso en nuestros pasatiempos, porque expresar quiere decir hacer
salir, sacar a la luz. Ahora podemos entender más claramente porqué nos dicen
que pasar el mensaje a otro es más de atracción que de promoción, si deseamos
que alguien más viva en forma diferente, esa nueva vida (expresión de Dios) se
debe notar en nosotros primeramente.
Con estas dos frases queda clara cuál es la
posición y la relación entre Dios y el hombre, así que debemos procurar siempre
dejar todos nuestros planes en sus manos, agradecer todo lo que nos ha dado y
buscar su ayuda en todo momento, solo de esta forma podremos encontrar la
plenitud de vida, de no ser así, seguiremos siendo el dios de nuestro propio
universo y esta idea ya sabemos a dónde nos conduce. Sencillamente aceptemos el
lugar de Dios como padre y humildemente tomemos nuestro lugar como hijos, al
final los más beneficiados de esta decisión seremos nosotros.
En el próximo número seguiremos analizando la
oración del Padre Nuestro, si desean información más detallada acerca de este
tema, lean el libro El Sermón de la
Montaña de Emmet Fox, ya que de ahí han sido tomados los puntos importantes
de este artículo.
Exelente explicación
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