martes, 5 de mayo de 2015

DIOS Y LA PROSPERIDAD


Cuántos de nosotros no hemos tenido problemas económicos, aun habiendo dejado las drogas y el alcohol las cosas muchas veces siguen complicadas, nos preguntamos porqué Dios aún no nos bendice si ya servimos para Él, porqué a otras personas que ni siquiera piensan en Dios les va tan bien económicamente, en verdad nos llenamos de miedo porque vemos muy lejano el día en que nos podamos comprar una casa, el carro que nos gusta, ir de vacaciones sin estarnos restringiendo o simplemente tener una vida con más comodidades.

Por estas razones, cuando escuchamos la palabra prosperidad indudablemente la relacionamos con el dinero y las propiedades, sin embargo, esto va mucho más allá que las cosas materiales.

Cuando la Biblia nos habla de prosperidad se refiere no solo al aspecto económico, sino al desarrollo del alma y esto último es lo más importante.

Todas las mañanas o durante las noches rezamos la oración del Padre Nuestro, esta magnifica oración, llena de claves para vivir bien, nos dice en una parte: “…..danos hoy nuestro pan de cada día…..” y precisamente cuando dice pan se refiere a la prosperidad, a tener diario el alimento que necesitamos, la ropa con la que vestimos, un techo dónde taparnos; pero también habla de ese pan espiritual, al conocimiento de Su palabra y a que debemos buscar día con día a Jesús, quien dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. (Juan 6:35)

Desafortunadamente, la preocupación por pagar la renta, ir al médico, el mantenimiento del auto, pagar colegiaturas, etc., nos nublan la vista, no nos dejan ver la grandeza de Dios y le damos más valor a nuestras angustias que a Su amor. Tristemente, esta manera de pensar equivocada, esta falta de fe, nos lleva a un estado de intranquilidad constante, que al final nos termina afectando no solo de manera emocional, sino también físicamente. Estamos malhumorados y nos desquitamos con quien no tiene la culpa, o le causamos daño a los demás tirándonos deprimidos en la cama, los pensamientos negativos nos invaden y creemos que orar y apadrinarnos no servirá de nada, sentimos que antes esto no dio el resultado que queríamos.

Lo más complicado, es que cuando estamos tan agobiados por el dinero, nos vienen más problemas económicos; un acreedor antiguo quiere su paga de inmediato, los gastos fijos mensuales se acercan o se incrementan, nos salen gastos inesperados, entre otras cosas; es ahí cuando la única oración que se nos ocurre es el reclamo, que va desde un: ¡no te entiendo Señor!; hasta un acalorado: ¿por qué no me ayudas, acaso no te importo?

El Cuarto Paso nos dice que, cuando nos encontremos en ese estado, lo primero que debemos hacer es calmar el disturbio sea cual sea, pues los instintos alborotados obstaculizan la investigación y también nos quitan la capacidad de pensar adecuadamente. Llenándonos de una ansiedad insoportable, porque no sabemos cuál es la solución.

Buscamos desesperadamente un aumento de sueldo, cambiar de trabajo, crear un nuevo negocio, pero siempre impulsados por el miedo, no por la fe, y esto no es buscar prosperidad, sino intentar salir de las arenas movedizas, tomando muy poco en cuenta que Dios desea en verdad que prosperemos. No nos damos cuenta que la fuente de toda riqueza no es un aumento de sueldo, un nuevo trabajo o un negocio, sino que es Dios mismo, de Él proviene todo lo bueno.

Lo que nosotros queremos cuando tenemos problemas económicos son respuestas, le preguntamos a Dios: “¿Dime Señor qué debo hacer para que me bendigas económicamente?”

Si observamos el tema de la prosperidad en la Biblia, encontraremos condiciones bien definidas en las que seremos prósperos, ahí se menciona que si una persona anhelaba ser prosperada debía guardar los estatutos de Dios. Cuando leí esto me surgió otra pregunta, entonces porqué hay personas malvadas que tienen mucho dinero, la respuesta llegó de inmediato, tener mucho dinero no significa tener prosperidad, entonces me di cuenta que en realidad lo que yo deseaba era tener mucho dinero.

¿Qué diferencia hay entre tener mucho dinero y prosperar?

Como ya lo dijimos antes, la prosperidad que Dios desea para nosotros es en todos los aspectos: sabiduría, madurez, serenidad, amor y por supuesto, que tengamos las cosas que necesitamos para vivir en este mundo material. Una persona sabia sabrá cómo administrar su dinero, cómo reinvertirlo y generar más; una persona madura dejará de hacerle berrinches a Dios o de quejarse con los demás de su situación económica y se pondrá a orar para después entrar en acción y solucionar el problema; una persona serena no será impulsada por el miedo, no le transmitirá ese temor a su familia, su oración será más clara y podrá escuchar una respuesta; el amor hará que utilicé el dinero para dar felicidad a los demás, sabrá compartir y dará su séptima o diezmo con el único interés de que la misión de Dios siga adelante. Todo esto a su vez le dará más paz, por añadidura dejará de preocuparse tanto por el dinero y tal parece que cuando esto menos nos preocupa, más rápido nos llega.

Tener mucho dinero únicamente nos hará disfrutar en algunos momentos de las cosas materiales, pero, sin sabiduría, seguramente lo despilfarraremos en cosas banales, esto se empeora porque no tendremos madurez y nos podríamos comportar como esos adolescentes estrellas de pop, abusando del sexo, las drogas o el alcohol; esta forma de vida por supuesto que nos quita la serenidad y es ahí cuando vemos a personas que teniendo mucho dinero no son felices. Por último, al carecer de amor solamente pensaremos en nosotros y por conservar o tener más dinero no nos importará lastimar a quien sea, incluyendo a nuestra familia. Podemos pensar que esto es imposible que nos ocurra después de vivir una Experiencia Espiritual, ¿pero es así? Observemos nuestra vida o la de muchos compañeros, algunos llegaron con dinero y lo perdieron todo; otros, no tenían y al tenerlo se fueron del Grupo; algunos más permanecen entre nosotros a medias, porque el dinero se ha vuelto lo más importante en su vida.

Esto no quiere decir que una persona que tiene o llega a tener dinero necesariamente se vuelve mala, de hecho el dinero lo único que hace es maximizar lo que ya éramos antes de tenerlo, así que, lo mejor es buscar la prosperidad y no únicamente dinero.

Otra de nuestras dudas, es saber si en verdad Dios quiere que tengamos prosperidad y si es así, qué es lo que desea que hagamos para adquirirla, veamos lo que la Biblia nos dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como próspera tu alma”. (3ra Juan 1:2)

Aquí podemos ver que en realidad Dios desea que nos vaya bien en todas las cosas, incluyendo la salud, pero nos pone una pequeña condición, prosperaremos en la misma forma en que nuestra alma lo haga. Es por eso que el Séptimo Paso de AA se empeña tanto en el engrandecimiento del carácter y el crecimiento espiritual, pues esto nos llevará a la humildad y esta a su vez, a la paz, como consecuencia de ello habremos encontrado el reino de Dios, el cual incluye la prosperidad.

“Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos” (1ª Crónicas 22:13)

Obviamente, esto es hacer la voluntad de Dios y el Séptimo Paso también nos dice que el ingrediente principal para la humildad es el deseo de hacer la voluntad de Dios; perfectos no seremos, pero sí debemos hacer un esfuerzo sincero para crecer a imagen y semejanza de nuestro Creador, al final los estatutos y decretos que debemos tomar en cuenta son únicamente dos: amar a Dios sobre todas las cosas (aun por encima del dinero) y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Esto, aunque es sencillo de entender, es difícil de practicar, por eso debemos acudir a la oración y al apadrinamiento, de otra forma será imposible lograrlo y la prosperidad nos seguirá evadiendo.

Otro estatuto que no a muchos nos gusta es el diezmo, pero si en verdad deseamos prosperar debemos darlo en nuestros grupos, ya que ahí es donde nos puso Dios para realizar su obra. Además, al practicar el diezmo recibimos paz, porque estamos cumpliendo con Él, pero no solo eso, al cumplir con esto aseguramos que se nos dé mucho más: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dijo el Señor de los ejércitos, y veréis si yo no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que no de abasto”. (Malaquías 3:10)

“Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y las demás cosas vendrán por añadidura” (Mateo 6:33)

Esta es otra promesa de prosperidad y se refiere a que si hacemos las cosas que hemos mencionado en este texto podremos estar en el reino de Dios; muchos creemos que llegaremos a este reino hasta que muramos, pero no es así, estar ahí también es permanecer en su presencia, tener fe, paz y el goce de ser útil.
Es por eso que, si tenemos en estos momento problemas de dinero y nos invade la duda, meditemos en que Dios desea que seamos prósperos, revisemos nuestros errores en este sentido, oremos con tranquilidad y preguntémosle a Él qué debemos hacer; después de esto vayamos con nuestro padrino y pongámonos manos a la obra, seguro es que saldremos del problema, el mismo Doceavo Paso nos lo dice:
“Aunque la capacidad económica de la mayoría de los miembros de AA es relativamente elevada, hay algunos que tienen dificultades de esa naturaleza, y otros que tropiezan con serios trastornos de la misma índole. Generalmente, hemos visto que estas situaciones son afrontadas con fortaleza y con fe.
Como la mayoría de la gente, nos hemos dado cuenta que podemos resolver las dificultades conforme se presenten. Pero también como los demás, frecuentemente encontramos desafíos mayores, en problemas de la vida que son constantes. Nuestra respuesta es practicar un desarrollo espiritual más intenso. Solamente así podremos tener mayores oportunidades de llevar una vida verdaderamente útil y feliz”.

Ernesto R.

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