viernes, 26 de junio de 2015

EL PADRE NUESTRO


Investigación de Ernesto R.

Como sabemos, la oración es el elemento más importante para nuestro crecimiento espiritual, si en realidad deseamos tener una vida plena, feliz y libres de egoísmo, debemos practicarla.

Muchos dejamos de lado este principio por el pretexto de no saber orar, que nos sentimos como tontos cuando lo hacemos y que no encontramos las palabras adecuadas. En realidad orar no es cosa complicada, pero sí de gran beneficio y para muestra está la sencilla pero increíblemente completa y maravillosa oración del Padre Nuestro, la cual desde los inicios de A.A. se repetía al terminar la junta.

Seguro estoy que alguna vez la has repetido, ya sea en tu religión, cuando eras niño y tus padres te obligaban a decirla antes de dormir, en algún velorio o en tu mismo Grupo; pero el asunto no es repetirla, sino comprender el poder encerrado en cada una de las palabras que se encuentran en dicha oración, es por eso, que en esta sección desmenuzaremos parte por parte el Padre Nuestro.

Primeramente debemos tener en cuenta que no es una oración cualquiera, ya que no fue escrita por ninguna denominación o autoridad religiosa, sino dicha por el mismísimo Jesucristo al responder a sus apóstoles la pregunta de cómo debían orar y si tomamos en cuenta de que Jesús es Dios encarnado, quién mejor que Él puede saber la manera perfecta para comunicarnos con su Espíritu.

Si repetimos esta oración cuidadosamente y dándole su verdadero sentido, es un hecho que tendremos un real desarrollo del alma, ya que cuanto más la analizamos, más cosas encontramos y responde a la necesidad de cualquier persona según la situación en la que esté. Podemos analizarla profundamente e incluso si la vemos superficialmente tiene grandes enseñanzas y herramientas para nuestro diario vivir.

Revisemos la primera frase: “Padre nuestro…”

Estas dos palabras con las que inicia la oración, aclaran contundentemente quién es Dios y en qué posición estamos nosotros ante Él, Jesús no dice que la relación que existe entre Dios y el hombre es la de padre e hijo. Esto deja completamente de lado la equivocada idea de que el Creador es un tirano o que desea nuestro sufrimiento, pues en la gran mayoría de los casos cuando un ser humano es padre, cuales quiera que fueran sus defectos, siempre hacen todo lo posible por sus hijos, esto queda aún más claro en el versículo que dice: “pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” (Mateo 7:11).

Ahora bien, si el hombre es hijo de Dios, tiene que ser de la misma esencia (de tal padre tal hijo) y esta esencia es Divina. Esto es maravilloso, porque de golpe Jesús elimina cualquier barrera entre Dios y el hombre, así que el Todopoderoso es nuestro padre misericordioso.

Si entendiéramos esto y lo creyéramos, la mayoría de nuestros problemas se resolverían y nuestras enfermedades desaparecerían, porque las raíces de estas situaciones se encuentran en el temor.

Otra verdad que nos revelan estás dos palabras es que Jesús dice: “Padre Nuestro”, no padre mío o padre de algunos. Este es el hecho por el cual debemos entender que todos somos hermanos y para Dios todos somos iguales, aquí se quita la absurda idea de una raza superior, clase social elegida, un favorito de Dios o de una religión verdadera y que mientras un ser humano siga el camino espiritual, no se hace diferente a otros por el grupo al que pertenezca.

Con esto vemos que en verdad todos los seres humanos somos un solo cuerpo, de ahí la importancia de orar unos por otros y de hacer pedimentos por toda la humanidad, esto nos hará sentir integrados a los demás y nos dejará con un profundo sentimiento de utilidad.

La segunda frase que revisaremos en este artículo es: “…que estás en los Cielos…”

Habiendo demostrado que Dios y el hombre son padre e hijo, Jesús explica que es la naturaleza de Dios estar en los Cielos y del hombre en la tierra, porque el Creador es la causa de todo y el hombre es manifestación de Dios. La palabra Cielos significa presencia de Dios y la palabra tierra quiere decir manifestación, por lo tanto, es la misión del hombre manifestar o expresar a Dios, en otras palabras, Dios se expresa así mismo por medio del hombre, entonces es el destino del hombre expresar a Dios y esto lo debemos hacer a través de nuestro cuerpo, nuestro trabajo, en la familia, incluso en nuestros pasatiempos, porque expresar quiere decir hacer salir, sacar a la luz. Ahora podemos entender más claramente porqué nos dicen que pasar el mensaje a otro es más de atracción que de promoción, si deseamos que alguien más viva en forma diferente, esa nueva vida (expresión de Dios) se debe notar en nosotros primeramente.

Con estas dos frases queda clara cuál es la posición y la relación entre Dios y el hombre, así que debemos procurar siempre dejar todos nuestros planes en sus manos, agradecer todo lo que nos ha dado y buscar su ayuda en todo momento, solo de esta forma podremos encontrar la plenitud de vida, de no ser así, seguiremos siendo el dios de nuestro propio universo y esta idea ya sabemos a dónde nos conduce. Sencillamente aceptemos el lugar de Dios como padre y humildemente tomemos nuestro lugar como hijos, al final los más beneficiados de esta decisión seremos nosotros.

En el próximo número seguiremos analizando la oración del Padre Nuestro, si desean información más detallada acerca de este tema, lean el libro El Sermón de la Montaña de Emmet Fox, ya que de ahí han sido tomados los puntos importantes de este artículo.

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